La Fragilidad en Personas Mayores y su Impacto en la Evolución Hospitalaria tras un Infarto
Un estudio reciente liderado por investigadores del IBIMA Plataforma BIONAND, en colaboración con el Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV), ha demostrado que la fragilidad y el estado nutricional en adultos mayores influyen significativamente en su recuperación tras un infarto agudo de miocardio. Publicado en la European Journal of Cardiovascular Nursing, este trabajo subraya la necesidad de evaluar estos factores clínicamente relevantes para optimizar el manejo hospitalario y mejorar los resultados en pacientes geriátricos.
La Fragilidad de los Mayores como Factor Pronóstico en Pacientes con Infarto
La fragilidad es un síndrome geriátrico caracterizado por la pérdida de reserva fisiológica, disminución de la resistencia y mayor vulnerabilidad ante situaciones de estrés, como una hospitalización. Este estudio revela que los pacientes frágiles presentan un mayor riesgo de complicaciones, incluyendo infecciones, insuficiencia cardíaca y efectos adversos relacionados con la medicación. Además, factores psicosociales como el aislamiento, la depresión o la falta de apoyo familiar pueden agravar su pronóstico. Para mejorar la fragilidad clínica en mayores tras un infarto, este estudio se centra en la recuperación.
1.- El Estado Nutricional y su Relación con la Recuperación
El estado nutricional es otro elemento crítico en la evolución de los pacientes mayores con infarto. La malnutrición o el riesgo nutricional se asocian con estancias hospitalarias más prolongadas, mayor deterioro funcional tras el alta y una recuperación menos favorable. Una dieta inadecuada puede comprometer la capacidad del organismo para reparar tejidos, combatir infecciones y tolerar tratamientos invasivos, lo que justifica su evaluación sistemática en estos pacientes.
2.- Limitaciones de la Edad como Único Criterio Clínico
Aunque la edad avanzada se considera un factor de riesgo en el manejo del infarto, este estudio demuestra que no es suficiente para predecir la evolución clínica. Muchos protocolos médicos se basan en criterios cronológicos, sin considerar la heterogeneidad en el estado de salud de los adultos mayores. La incorporación de escalas de fragilidad y valoraciones nutricionales permitiría una atención más personalizada, ajustando terapias y cuidados según las necesidades individuales.
3.- Abordaje Multidisciplinar para una Atención Integral
Los autores del estudio, los doctores Manuel Jiménez Navarro y Francisco Javier Pavón, destacan la importancia de un enfoque integral que combine cardiología, geriatría, enfermería y psicología. Este modelo no solo evalúa las condiciones clínicas, sino también el entorno emocional y social del paciente, promoviendo una recuperación más segura y eficaz. La humanización de la atención y la adaptación terapéutica son clave para mejorar la calidad de vida en este grupo vulnerable.
4.- Retos Futuros: Inclusión de Pacientes Mayores en Ensayos Clínicos
A pesar de los avances, persiste una infrarrepresentación de adultos mayores en ensayos clínicos cardiovasculares, lo que limita la generación de evidencia específica para este grupo. Los investigadores abogan por más estudios que analicen las necesidades particulares de estos pacientes, optimizando estrategias de prevención, tratamiento y seguimiento post-hospitalario.
Conclusión
Este estudio refuerza la necesidad de integrar la valoración geriátrica de la fragilidad en los mayores tras un infarto. Y en la relación de la nutrición y aspectos psicosociales en su recuperación. Una atención personalizada, basada en el estado funcional más que en la edad cronológica, podría reducir complicaciones, acortar estancias hospitalarias y mejorar el pronóstico a largo plazo.