Las residencias mantienen las medidas sanitarias
La pandemia de COVID-19, que irrumpió a nivel global en 2019, tuvo un impacto devastador en diversas poblaciones, siendo los ancianos en residencias uno de los grupos más afectados. Estos centros se vieron obligados a implementar medidas de emergencia para proteger a sus usuarios, muchas de las cuales han demostrado ser efectivas y se han mantenido incluso después de la crisis sanitaria. Descubra por qué las residencias mantienen medidas sanitarias surgidas en la pandemia, haciendo hincapié en las unidades de convivencia, los canales de comunicación y el uso de mascarillas. Si está buscando residencias de mayores en Residencias y Salud tiene disponible el mejor buscador de residencias de ancianos, con todas las residencias de España.
Las residencias de mayores mantienen 3 medidas sanitarias tras la pandemia
La llegada del COVID-19 a las residencias de mayores fue una situación sin precedentes. Muchos centros se vieron forzados a establecer protocolos de aislamiento, restricción de visitas y el uso de equipos de protección personal, como las mascarillas. La situación exigió una rápida adaptación y respuesta por parte del personal. Quienes debieron aprender a manejar no solo la atención médica, sino también el bienestar emocional de los residentes.
Carlos Dosil y Óscar Neira, líderes de la Asociación Galega do Sector da Dependencia (Agasede), resaltan que, a pesar de la finalización de la emergencia sanitaria, algunas medidas se han convertido en prácticas habituales. Es decir, las residencias mantienen medidas sanitarias. Esto no solo responde a la necesidad de protección ante el COVID-19, sino también a la realidad de otros virus estacionales que circulan durante el año.
1.- Uso de mascarillas: una medida de protección continua
Uno de los cambios más notables que se han mantenido desde la pandemia es el uso de mascarillas. Según los representantes de Agasede, estas se usaron de manera constante durante los primeros años y hoy en día están presentes en situaciones específicas, como cuando un miembro del personal presenta síntomas de resfriado o enfermedad respiratoria. Esta práctica no solo se limita al personal; las familias de los residentes también han mostrado un aumento en la concienciación sobre la importancia de la protección. Durante picos de infecciones, es común observar a visitantes utilizando mascarillas al ingresar a las instalaciones.
El uso continuado de mascarillas no solo ayuda a contener la propagación de virus, sino que también ha fomentado un ambiente de mayor confianza tanto para los residentes como para sus familias. Quienes ven que la salud y seguridad de sus seres queridos son una prioridad.
2.- Unidades de convivencia: mejorando la calidad de la atención
Otra de las medidas que se han consolidado en las residencias es la creación de unidades de convivencia. Este enfoque implica sectorizar a los residentes en grupos más pequeños, permitiendo que compartan comedores y salas de actividades. Esta práctica fue inicialmente implementada para evitar la propagación del COVID-19, pero ha demostrado tener beneficios adicionales. Carlos Dosil menciona que “es más agradable comer en un comedor para 25 personas que para 100”, destacando que esta reducción en el número de residentes que interactúan en un mismo espacio también mejora la calidad de la atención. Haciendo esta una de las las residencias mantienen medidas sanitarias que más agradecen los residentes.
El establecimiento de estas unidades no solo favorece la prevención de contagios, sino que también potencia el bienestar emocional de los residentes. Al compartir espacios con un grupo reducido, se fomenta la socialización y el sentido de comunidad, aspectos fundamentales para la salud mental de las personas mayores.
3.- Mejora en los canales de comunicación con las familias
La pandemia puso de relieve la importancia de una comunicación efectiva entre las residencias y las familias de los residentes. Durante los momentos más críticos de la emergencia sanitaria, la falta de información y la imposibilidad de visitas físicas llevaron a una mayor ansiedad entre las familias. Por ello, muchas residencias han reforzado sus canales de comunicación.
Agasede ha señalado que no solo se trata de informar en situaciones de crisis, sino de mantener una comunicación constante sobre las actividades y el estado de salud de los residentes. Esta apertura ha demostrado ser crucial no solo para la gestión de brotes de COVID-19, sino también para otras situaciones de salud que pueden surgir, como brotes de sarna, cada vez más comunes en entornos de atención a mayores.
Estas mejoras en la comunicación han permitido que las familias se sientan más conectadas y tranquilas respecto al bienestar de sus seres queridos. Lo que a su vez contribuye a un ambiente más positivo dentro de las residencias. Por lo que hace que las residencias mantienen medidas sanitarias como esta.
La situación actual de las residencias en Galicia
A pesar de las mejoras implementadas, la situación de las residencias en Galicia presenta desafíos significativos. Según datos de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, la comunidad autónoma enfrenta un déficit de 13.850 plazas residenciales para alcanzar la ratio deseable de cinco plazas por cada 100 personas mayores de 65 años. En 2023, Galicia contaba con 22.096 plazas, una cifra inferior a la de años anteriores. Lo que refleja la falta de inversión y desarrollo en el sector.
De estas plazas, un 75,4% son de financiación pública, mientras que un 24,6% son de carácter privado. La necesidad de nuevas plazas es urgente. Ya que la población envejece y la demanda de servicios de atención a mayores sigue en aumento. Como es el caso de las ayudas para residencias. La falta de recursos y de un marco adecuado para la expansión de estas instalaciones limita la capacidad de respuesta ante las necesidades crecientes de la población anciana.
Conclusiones
Las residencias de mayores han aprendido importantes lecciones durante la pandemia de COVID-19. Por lo que las residencias mantienen las medidas sanitarias que se implementaron en respuesta a la crisis sanitaria. Como el uso de mascarillas, la creación de unidades de convivencia y la mejora en la comunicación con las familias. Que se han consolidado como prácticas beneficiosas que contribuyen a la salud y bienestar de los residentes.
Sin embargo, a pesar de estas mejoras, la situación de las residencias en Galicia y en otras partes del mundo sigue siendo preocupante. La falta de plazas adecuadas y la necesidad de mayores inversiones en el sector son aspectos que deben ser abordados con urgencia para garantizar una atención digna y de calidad para nuestros mayores. La experiencia vivida durante la pandemia debe servir como un catalizador para la transformación y mejora continua de los servicios de atención a la dependencia.
