El Uso de la Comunicación para Mejorar la Convivencia en las Residencias
La comunicación efectiva es un pilar fundamental para mejorar la convivencia armoniosa en las residencias de mayores. Recientemente, en la Cátedra «Buen trato hacia las personas mayores» de la Universidad CEU San Pablo, el destacado sociólogo y gerontólogo Karl Pillemer expuso estrategias clave para mejorar las relaciones entre familias, residentes y personal. Su conferencia, «Promoviendo el buen trato«, destacó cómo una buena comunicación para mejorar la convivencia en las residencias de mayores.
Pillemer basó su exposición en investigaciones científicas que demuestran que los conflictos entre familiares y cuidadores surgen, en gran medida, por malentendidos y falta de claridad en los roles. Propuso soluciones prácticas como los Consejos de Familia, figuras de enlace y herramientas tecnológicas para facilitar la interacción. Estas medidas no solo reducen el estrés, sino que también optimizan el bienestar de los residentes.
La jornada organizada por la Universidad CEU San Pablo buscaba reflexionar sobre un cambio de paradigma en el cuidado de las personas mayores. Pillemer, a través de videoconferencia, enfatizó que mejorar la comunicación no solo es un acto de cortesía, sino una necesidad para garantizar un entorno de respeto y dignidad. Su enfoque se centró en transformar dinámicas conflictivas en colaboraciones productivas.
La implementación de programas como «Partners in Caregiving» demuestra que una comunicación estructurada y empática puede reducir tensiones y mejorar la calidad del cuidado. Estos modelos, basados en el diálogo abierto y la capacitación, son esenciales para construir residencias más humanizadas y eficientes.
Principales Problemas de Comunicación en Residencias
Karl Pillemer identificó tres fuentes principales de conflicto en las residencias:
- Discrepancias en responsabilidades. El primero surge cuando familiares y personal no tienen claros sus roles, generando frustración. Por ejemplo, algunos familiares desean participar en tareas de cuidado, mientras que el personal las considera parte de su trabajo exclusivo.
- Barreras estructurales. Las barreras estructurales, como la falta de tiempo del personal, dificultan la comunicación fluida. Muchos cuidadores están sobrecargados, lo que limita su capacidad para atender consultas o brindar información detallada. Esta situación genera ansiedad en las familias, que perciben desinterés o falta de transparencia en el trato hacia sus seres queridos.
- Estereotipos negativos. Los estereotipos y la desconfianza mutua agravan los problemas. Algunos familiares asumen que el personal no prioriza a su ser querido, mientras que los cuidadores pueden sentirse cuestionados injustamente. Estas percepciones negativas se intensifican cuando existen diferencias culturales o socioeconómicas entre las partes.
Estos conflictos no son inevitables. Según Pillemer, surgen de estructuras deficientes más que de malas intenciones. Por ello, es crucial implementar estrategias que fomenten la transparencia, el respeto y la colaboración, transformando las residencias en espacios de convivencia positiva.
Propuestas: una Comunicación para Mejorar la Convivencia en Residencias
Pillemer presentó cuatro estrategias clave para mejorar la comunicación en residencias. La primera son los Consejos de Familia, grupos organizados que permiten a los familiares expresar preocupaciones y colaborar en la mejora de los servicios. Estos consejos empoderan a las familias, promueven la transparencia y fortalecen el sentido de comunidad.
Otra solución es la figura del coordinador de cuidados, un profesional designado como enlace entre familias y personal. Este rol asegura una comunicación consistente, reduce malentendidos y construye confianza. Al tener un interlocutor único, las familias se sienten más seguras y acompañadas en el proceso de cuidado.
Las herramientas tecnológicas también juegan un papel crucial. Plataformas digitales permiten compartir información en tiempo real, como registros médicos, fotos o videos de actividades. Esto no solo tranquiliza a las familias, sino que optimiza el tiempo del personal, evitando consultas repetitivas.
Finalmente, programas de capacitación, como «Partners in Caregiving», enseñan habilidades de comunicación asertiva y manejo de conflictos. Estos talleres fomentan el trabajo en equipo y ayudan a superar estereotipos, creando un ambiente de respeto mutuo.

Conclusión
La mejora en la comunicación no solo beneficia a familias y cuidadores, sino que eleva la calidad de vida de los residentes. Pillemer destacó que un entorno armonioso reduce el estrés emocional y favorece un envejecimiento digno. Las residencias que implementan estas estrategias logran mayor satisfacción en todos los actores involucrados.
La adopción de un modelo colaborativo, donde familias y personal trabajen como aliados, es esencial para el «buen trato». Esto requiere compromiso institucional, inversión en capacitación y herramientas que faciliten el diálogo. La tecnología, usada de forma complementaria, puede ser un gran aliado en este proceso.
Europa y Estados Unidos ya están implementando estas buenas prácticas, pero es necesario expandirlas. Compartir experiencias exitosas y adaptarlas a cada contexto es clave para transformar el cuidado de las personas mayores. Como concluyó Pillemer, «la comunicación efectiva no es un lujo, sino la base de una atención humana y de calidad». En definitiva, mejorar la convivencia en residencias es posible mediante estrategias estructuradas, empatía y voluntad de cambio. El objetivo final es claro: garantizar que las personas mayores reciban el respeto, la atención y el cariño que merecen.